Muchos sectores empresariales están comprometidos o en transición por el impacto de las nuevas tecnologías con la digitalización, la inteligencia artificial y la robotización. Una realidad que obliga a las empresas a replantarse prácticamente todo para no quedarse obsoletos.
La actividad empresarial y la innovación han sido y son los grandes motores del crecimiento económico y la creación de empleo en nuestras sociedades. Vivimos sin embargo hoy en un mundo en plena disrupción. Muchos sectores empresariales están comprometidos o en transición hacia nuevos y desconocidos escenarios debido al impacto de las nuevas tecnologías con la digitalización, la inteligencia artificial y la robotización a la cabeza. Una nueva realidad que obliga a las empresas a replantarse prácticamente todo para no quedarse obsoletos.
Las compañías deben repensar sus productos y servicios, sus modelos de negocio, los procesos de fabricación y gestión, la gestión del talento de los colaboradores y hasta una nueva forma de relacionarse con el entorno y sus grupos de interés para seguir siendo viables.
Si bien la mayoría de los directivos y gestores de empresas son conscientes del impacto en sus modelos de negocio de la tecnología, no siempre ocurre lo mismo con otro de los vectores de cambio del entorno de negocios que se avecina, como es la ineludible necesidad de adaptarse a la nueva cultura del desarrollo sostenible.
La robotización van a ser una realidad en muy poco tiempo con la que habrá que aprender a convivir, de igual forma el desarrollo sostenible será el único camino que garantizará la sostenibilidad y viabilidad de las empresas en el futuro. Gestionar el cambio hacia la sostenibilidad no sólo es una cuestión ética o de interés general por la preservación del planeta, también lo es para el interés particular de las empresas y poder seguir siendo competitivos en el mercado. Hoy es un must conocer e incorporar una visión económica inclusiva y sumarse a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los llamados ODS.
La emergencia de los ODS y de la Agenda 2030, supone un cambio importante en el escenario global del entorno de negocios
Los ODS y la llamada Agenda 2030, son básicamente la apuesta por el crecimiento económico sostenible e inclusivo con el fin de crear una actividad económica que preserve el planeta a la vez que crea puestos de trabajo sostenibles, promueve la igualdad y contribuye a mitigar riesgos colectivos.
Algunos dirán que eso es responsabilidad de los gobiernos y de las instituciones, y en parte es verdad, aunque también lo es que los agentes económicos y sociales tienen igualmente una tarea que cumplir. Además de la responsabilidad que tenemos colectivamente, es inteligente anticiparse a los movimientos del entorno de negocios y de los mercados.
En los próximos años, las empresas que no transiten hacia modelos de negocio que apuesten por el desarrollo sostenible, van a estar sometidas a riesgos que pueden comprometer gravemente su viabilidad. Los ODS son ya un vector de cambio del entorno de negocios, generando nuevos riesgos, pero igualmente interesantes oportunidades. La emergencia de los ODS y de la Agenda 2030, supone un cambio importante en el escenario global del entorno de negocios.
Por un lado, las empresas van a estar sometidas a riesgos regulatorios. Es muy posible que en los próximos años se generen nuevas regulaciones que afecten a la actividad empresarial, ya que el sector público y el legislador están enviando señales nítidas al mercado de nuevas regulaciones de control de emisiones, uso de los suelos, normativas de reciclaje, incorporación de estándares laborales, etc. Aquellas empresas que hayan contemplado estos riesgos y adelanten su adaptación a los mismos, contarán con ventajas competitivas evidentes.
Por otro lado, las empresas estarán sometidas a riesgos reputacionales. Ya vemos hoy cómo se multiplican esos riesgos frente a los diferentes grupos de interés, con consumidores cada vez más informados y más activos -los crossumers- en las redes sociales, el intercambio de experiencias de usuario, la necesidad transparencia y de una gestión inteligente de la marca. Las empresas con una reputación más consolidada en términos de sostenibilidad, contarán con un mayor capital reputacional y por lo tanto una posición de ventaja competitiva respecto a las que no hayan tomado en consideración los ODS.
Pero más allá de los riesgos, la incorporación de los ODS a la cultura empresarial tiene un enorme potencial de generación de valor y oportunidad de nuevos mercados. Según el informe “Better Business, Better World” presentada en el Foro Económico Mundial en Davos, el impacto económico de la apuesta por el desarrollo sostenible está valorado en más de 12 billones de dólares para los próximos años. Una gran oportunidad de mercado para aquellas empresas que tengan un propósito y una visión clara, además de generarles un indudable valor intangible para las compañías.
La apuesta por el desarrollo sostenible supone apostar por el incremento del valor añadido de la actividad de la empresa mejorando la cultura, los procesos, el portafolio de productos y servicios, así como la relación con el entorno
Así pues, la apuesta e incorporación en la actividad empresarial de los Objetivos de Desarrollo Sostenible ofrece innumerables ventajas. Además de una mejor comprensión del contexto socioeconómico y de negocios, permite renovar las relaciones con los stakeholders mejorando la inserción de las empresas en el tejido comunitario y local. Igualmente, permite una mayor vinculación emocional de los colaboradores con la compañía, ya que favorece la identificación de éstos con el propósito corporartivo de la empresa, mejorando el clima interno, la eficiencia y del desempeño.
Y si eso no fuera poco, tiene el potencial de generar un círculo virtuoso hacia la innovación en la búsqueda de soluciones sostenibles tanto en el seno de la empresa como en toda la cadena de valor de la actividad. La orientación hacia la innovación sostenible, genera nuevos productos y servicios mejorando los actuales e incorporando nuevos intangibles a la marca y la empresa como la sostenibilidad por el que una buena parte de los consumidores ya están dispuestos a pagar más.
En definitiva, la apuesta por el desarrollo sostenible supone apostar por el incremento del valor añadido de la actividad de la empresa mejorando la cultura, los procesos, el portafolio de productos y servicios, así como la relación con el entorno. Toda una serie de ventajas que impactan en una mejora de la competitividad, imagen de marca y de la reputación, reduciendo los riesgos y generando valor. El tiempo es oro, por lo que hay que ponerse a la tarea.
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