La exigencia de transparencia es uno de los factores críticos en eso que se ha venido a llamar “la economía de la reputación”. Las empresas tienen que aprender a gestionar mejor no sólo la información, sino la gestión de las expectativas de la Comunidad a través de una política de comunicación capaz de trasladar la historia de la compañía, su situación actual y perspectivas de futuro.
La falta de confianza en numerosos sectores económicos es una característica de nuestra era. En particular el sector financiero, tanto de empresas cotizadas, como de otros sectores como la banca, que repercute de forma directa en la valoración de las compañías y en su liquidez a corto plazo. Una adecuada gestión de la comunicación es clave para que las relaciones de la empresa con sus grupos de interés sean estables, duraderas y estén basadas en la confianza. En el mundo de hoy, la exigencia de transparencia es uno de los factores críticos en eso que se ha venido a llamar “la economía de la reputación”, y exige una gestión adecuada de las expectativas de analistas, inversores, bancos, accionistas, empleados, proveedores, además del cumplimiento de las normas impuestas por el regulador del mercado en el que se opera.
Las empresas tienen que aprender a gestionar mejor no sólo la información, sino la gestión de las expectativas de la Comunidad a través de una política de comunicación capaz de trasladar la historia de la compañía, su situación actual y perspectivas de futuro, haciendo especial hincapié en los catalizadores de crecimiento de la misma. Y todo ello adaptado a las diferentes audiencias y grupos de interés, con un mismo mensaje pero con una narrativa para cada uno de ellos. Es urgente que las empresas empiecen a desplegar una gestión activa de la comunicación, especialmente aquellas empresas inmersas en procesos de cambio, o para compañías que se sitúan en el radar screen del mercado por diferentes motivos.
En comunicación, es siempre mejor contar tu historia con datos, creatividad, audacia y rigurosidad, que permanecer a la deriva esperando que otros lo hagan sin un conocimiento real de la compañía, o estando a merced de las informaciones parciales, interesadas o malintencionadas, que interfieren directamente en la valoración de la acción y la reputación de su equipo gestor.
Algunas grandes empresas han comenzado a perfilar sus políticas de comunicación para involucrar a accionistas e inversores para que conozcan mejor la compañía, se impliquen en ella y se sientan parte de cada decisión. Las nuevas tecnologías facilitan que esa comunicación fluya cada vez por más canales y de forma más participativa, y las redes sociales están generalizando el diálogo y la conversación. La mejor forma de atenuar riesgos, pasa por estructurar bien la comunicación con la comunidad financiera. La época de las improvisaciones o de las apariencias ya pasó, y es responsabilidad de los consejos de administración impulsar políticas activas de comunicación corporativa consistentes y coherentes, y a la vez fácilmente actualizable y participativa, que sean capaces de llegar en tiempo y forma al accionariado y a la comunidad inversora.
¿Cuál es el ‘equity story’ de su compañía?, ¿qué hace, por qué y para quiénes?. Una definición clara y concisa, real y realista de cuál es el modelo de negocio, las prioridades estratégicas y los planes para llevarlas a cabo, el perfil del equipo directivo o los resultados esperados, son fundamentales para proyectar la historia del crecimiento corporativo.