La Unión Europea ha presentado su nuevo Plan de acción para la economía circular en el marco del Pacto Verde Europeo. La Comisión Europea quiere promover una vida útil más larga de los productos. Una iniciativa que pretende combatir la obsolescencia programada.
La Comisión Europea quiere promover una vida útil más larga de los productos. La iniciativa pretende lanzar una nueva legislación, por la que los productos fabricados en la UE duren más y sean más fáciles de reutilizar, reparar y reciclar. Se quiere promover un nuevo modelo de producción, basado en la sostenibilidad medioambiental. Para ello, se da prioridad al diseño y producción con criterios de economía circular: que los residuos pasen a ser de nuevo recursos, vuelvan a la cadena de valor y no vayan al vertedero.
Entre las acciones destacanlas medidas reglamentarias para la electrónica y las TIC, incluidos teléfonos móviles, tabletas y computadoras portátiles en virtud de la Directiva de diseño ecológico, de modo que los dispositivos estén diseñados para la eficiencia y durabilidad energética, reparabilidad, capacidad de actualización, mantenimiento, reutilización y reciclaje con la adopción de medidas concretas en los sectores que utilizan más recursos y que tienen un elevado potencial de circularidad, como envases y embalajes, baterías, plásticos, alimentos y textiles, entre otros. Pretende además que el tratamiento de materias primas, su transformación, utilización y posterior desecho se haga, en la mayor medida posible, dentro de las fronteras de la UE, lo que introduce factores económicos y sociales.
Esta iniciativa contra la obsolescencia programada es parte del nuevo plan de acción de Economía Circular presentado por la Comisión Europea, dentro del Pacto Verde Europeo.
El nuevo plan de acción tiene como objetivo hacer que nuestra economía sea apta para un futuro verde, fortalecer nuestra competitividad al tiempo que protege el medio ambiente y otorga nuevos derechos a los consumidores. El nuevo plan se centra “en el diseño y la producción de una economía circular, con el objetivo de garantizar que los recursos utilizados se mantengan en la economía de la UE durante el mayor tiempo posible”.
Alcanzar esos objetivos supone crear empleo, cohesionar el territorio, introducir nuevas oportunidades de negocio y, en definitiva, reforzar la economía europea. Pero, además, implica dejar de usar como vertederos a los países en vías de desarrollo. Esta última circunstancia cobra especial sentido en dos sectores clave: el textil y el tecnológico. El informe de la Basel Action Network (BAN) “Agujeros en la economía circular: Fugas de los residuos electrónicos en Europa” (2019), señala que 352.474 toneladas de residuos tóxicos de origen electrónico salen cada año de la UE hacia basureros en países en desarrollo.
Entre las diferentes medidas destacan las siguientes:
Hacer productos sostenibles como norma. La Comisión “propondrá legislación sobre política de productos sostenibles para garantizar que los productos comercializados en el mercado de la UE estén diseñados para durar más tiempo, sean más fáciles de reutilizar, reparar y reciclar e incorporar la mayor cantidad posible de material reciclado en lugar de materia prima primaria. Se restringirá el uso único, se abordará la obsolescencia prematura y se prohibirá la destrucción de bienes duraderos no vendidos”.
Consumidores. “Los consumidores tendrán acceso a información confiable sobre temas como la reparabilidad y durabilidad de los productos para ayudarlos a tomar decisiones ambientalmente sostenibles. Los consumidores se beneficiarán de un verdadero derecho a reparar”, afirma Bruselas.
Residuos. Bruselas quiere evitar los residuos y transformarlos “en recursos secundarios de alta calidad que se beneficien de un mercado que funcione bien para las materias primas secundarias”. La Comisión “estudiará la posibilidad de establecer un modelo armonizado en toda la UE para la recogida selectiva de residuos y el etiquetado. El plan de acción también presenta una serie de acciones para minimizar la UE exportaciones de residuos y hacer frente a envíos ilegales”.
Empresas “residuo cero”
Algunas industrias y actividades económicas ya han hecho progresos importantes y han conseguido minimizar sus residuos y darles una segunda o tercera vida para que formen nuevas materias primas y sean parte de nuevos productos. Países, empresas y ciudadanos en particular son ya conscientes de que luchar contra el cambio climático y por la sostenibilidad no es una opción, sino una obligación. Y en este camino, son diversas las iniciativas que van surgiendo para reducir al mínimo la huella ambiental.
Algunas industrias y actividades económicas han conseguido minimizar sus residuos y darles una segunda o tercera vida para que formen nuevas materias primas y sean parte de nuevos productos. Todo ello, con el objetivo final de que, al término del proceso, el número de residuos sea lo más cercano posible a cero. Este proceso consta de cuatro iniciativas que las empresas pueden empezar a aplicar:
Reducción. La idea es reducir al máximo la generación de residuos, como ya se hace, por ejemplo, con el plástico.
Reutilizar. Hay materiales que son adquiridos en un momento dado y con una finalidad concreta pero que, posteriormente, pueden cobrar una nueva vida sin necesidad de transformación alguna. Algunas empresas aprovechan los palés poniéndoles ruedas para convertirlos en carretas de transporte dentro de su fábrica.
Reciclar. En el ámbito empresarial, también lleva años en funcionamiento la práctica de transformar un producto en otro para dotarlo de nuevos usos.
Valorizar. Puede que una empresa genere un residuo que no aporta gran valor a su propia organización, pero sí a otra. Se trata de una alternativa para reducir los residuos y que tengan una segunda utilidad.
Empresas españolas ‘residuo cero’
Contar con esta serie de iniciativas hará que una empresa pueda ser considerada sostenible a la hora de gestionar sus procesos y limitar al máximo su gestión de residuos. Uno de los avales de este tipo de prácticas es el certificado residuo cero, concedido por Aenor, para reconocer aquellas organizaciones que valorizan las distintas fracciones de residuos que generan, dentro del alcance definido, evitando que tengan como destino final la eliminación en vertedero.
La consecución del certificado residuo cero conlleva una serie de prácticas con las que la empresa avalada demuestre su implicación en la correcta gestión de residuos. Hasta el momento, tan solo 11 empresas españolas han conseguido este reconocimiento: El Corte Inglés, Prosol, FCC Industrial, Port Aventura, Banco Santander, Nortpalet, Ence, Lidl, Consum, Geseco Residuos y Peugeot.
La biofábrica de Ence en Pontevedra valoriza hasta en un 99% sus fracciones de residuos, reintroduciéndolos en su cadena de valor para darles una nueva vida. Durante el proceso de producción de la celulosa, la planta produce y opera con materiales renovables, generando, al mismo tiempo, energía eléctrica renovable. Esta energía se genera a partir de la biomasa que no se destina a la producción de celulosa, utilizando para ello la lignina, un componente de la madera que constituye un excelente biocombustible renovable y natural.
Actualmente, la biofábrica es capaz de generar el 97% de la energía que consume, siendo prácticamente autosuficiente. Con esta energía renovable, producida a partir de la biomasa, Ence Pontevedra contribuye a reducir la intensidad energética y la huella de carbono, al tiempo que ayuda a avanzar en el camino de la transición energética, hacia los objetivos de descarbonización marcados desde la Comisión Europea. Asimismo, la planta consigue dar valor a los subproductos forestales que, de otro modo, no se aprovecharían.
La labor de la compañía también se ha visto reconocida desde el ámbito internacional, con la concesión de la Distinción Oro de la Comisión Europea y la ecoetiqueta Nordic Swan, sello ecológico oficial de los gobiernos escandinavos.
“Vivimos en un mundo cada vez más consciente de la necesidad de minimizar el consumo de materias primas y la generación de residuos”
Y es que “la madera certificada, materia prima natural y sostenible, es el punto de partida de un proceso productivo en el que se fabrica la pasta de papel con que se elaboran productos reciclables, capaces de sustituir el plástico y a otros materiales que no se pueden reciclar”, aseguran a este diario fuentes de la compañía. De hecho, “cada vez más productos se fabrican a partir de celulosa y, más allá del papel, cada vez más fabricantes optan por utilizarla, ya que es sostenible y versátil, para hacer tejidos (como la viscosa), suelos y muebles, entre otros”.
Todo esto, insisten, tiene una filosofía detrás: “Vivimos en un mundo cada vez más consciente de la necesidad de minimizar el consumo de materias primas y la generación de residuos, de priorizar las fuentes de energía renovable y de dar a la eficiencia el crucial papel que, sin duda, ya desempeña y está llamada a jugar para hacer compatibles crecimiento, empleo y respeto por el medioambiente”.
Fuente: El Confidencial, Eldiario.es y The Conversation
Foto: Sostenibilidad para todos y ECOEMBES
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