La crisis del coronavirus estalló de repente, y sorprendió a muchos desprevenidos. Pero no se puede decir lo mismo de los principales desafíos climáticos y de biodiversidad a los cuales nos enfrentamos: hace tiempo que la ciencia ha dejado muy clara la necesidad de tomar más medidas urgentes.
La pandemia del coronavirus ha provocado la mayor conmoción económica y social en muchas generaciones. A medida que empezamos a controlar mejor la emergencia sanitaria, tenemos que iniciar la ingente tarea de reconstruir nuestras economías y reparar el enorme daño que ha provocado esta crisis en nuestras sociedades, trabajadores y empresas, aseguran Frans Timmermans y Fatih Birol.
La crisis del coronavirus estalló de repente, y sorprendió a muchos desprevenidos. Pero no se puede decir lo mismo de los principales desafíos climáticos y de biodiversidad a los cuales nos enfrentamos: hace tiempo que la ciencia ha dejado muy clara la necesidad de tomar más medidas urgentes.
A medida que los países de Europa y de más allá de nuestras fronteras se recuperan de la crisis actual, tenemos, al mismo tiempo, que reparar nuestras economías y nuestro planeta. Nuestra salud y bienestar dependen de ello.
Tenemos que evitar pasar de las cuarentenas y el sonambulismo a un “encierro” perjudicial, de tecnologías obsoletas y contaminantes, de modelos de negocio trasnochados, del siglo pasado.
Si vamos a poner a disposición billones de euros para la recuperación, gastemos bien e invirtamos en una economía limpia, competitiva, “resiliente” e inclusiva para el siglo XXI.
Una economía más “verde” que fomente nuevos empleos “limpios”
El impulso está ahí. Antes de la crisis de la COVID-19, las ciudades de Europa pedían inversiones ecológicas, las empresas lo programaban y los ciudadanos se manifestaban por las calles reclamándolo.
Europa hizo del Pacto Verde su máxima prioridad hace muy pocos meses, y ahora promete una recuperación verde. Pero no es un lujo. Es la espina dorsal de su respuesta a la crisis. ¿Pero por qué y cómo?. En pocas palabras: porque todavía tiene lógica desde el punto de vista económico y ambiental.
En Europa, como en muchas otras partes del mundo, invertir en tecnologías de energía limpia, en transportes e industrias limpias es una forma de crear puestos de trabajo locales bien remunerados que impulsen el crecimiento económico.
Además, esas inversiones nos ayudarán a poder cumplir más rápido con nuestros objetivos internacionales en materia climática y ambiental, y a hacer que nuestras economías sean más resistentes ante futuras crisis. En la mente de muchos en Europa, el recuerdo del colapso económico de 2008 y 2009 se resume en que “los bancos fueron rescatados y la población no ganó nada”.
Esta vez, tenemos que conseguir mucho más que simplemente apuntalar un antiguo sistema; debemos construir uno nuevo que beneficie directamente a nuestros ciudadanos y a sus hijos.
Tenemos que dedicar nuestros recursos a proyectos viables, que aporten beneficios tanto a corto como a largo plazo, como la renovación de viviendas, la infraestructura de energía limpia y el transporte bajo en carbono.
Una “ola” de edificios más limpios y sostenibles
Los edificios siguen representando más de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE, y muchos europeos luchan por pagar sus facturas de energía en casas mal aisladas con sistemas de calefacción contaminantes.
Se puede ayudar al sector de la construcción, con sus 15 millones de empleados directos e indirectos, a volver a ponerse en pie, con una ola de renovación que haga más limpias y sostenibles nuestras casas y edificios públicos.
Los proyectos de renovación se pueden implementar rápidamente. Cerca del 60% del gasto en modernización para la eficiencia energética del hogar iría directamente para los trabajadores locales de la construcción, según apunta un análisis de la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
Centrar el esfuerzo en las viviendas sociales, escuelas, hospitales y otras infraestructuras de elevado impacto podría dinamizar a las comunidades más afectadas y contribuir sensiblemente a la recuperación económica.
Autobuses y tranvías de hidrógeno y “renacimiento” del tren
Otro ejemplo es el sector del transporte. Los programas de desguace para incentivar las compras de vehículos limpios, junto con la inversión en una red europea de puntos de recarga eléctrica, darían un gran impulso a la industria automotriz afectada y (potenciarían) el paso a vehículos menos contaminantes.
Las inversiones en sistemas de transporte urbano seguro y limpio, incluidos los autobuses y tranvías de hidrógeno, y un “renacimiento” de los viajes en tren ayudaría a aquellos que no pueden permitirse comprar un vehículo, o para quienes la compra de un coche ha dejado de ser una prioridad.
A medida que salimos de la crisis, tenemos que redoblar nuestros esfuerzos para ayudar a las regiones mineras de carbón e intensivas en carbono a prepararse para su futuro en un sistema energético cada vez más limpio y sin carbono.
La recuperación verde europea no debe dejar a nadie atrás. Las inversiones en energía limpia deben estar en el eje de la recuperación si queremos mantener el impulso climático y apoyar a la industria europea.
Electrolizadores de hidrógeno y baterías de iones de litio
La energía eólica y la solar deberían beneficiarse de un importante apoyo de la UE. Y dos elementos nuevos importantes en el avance de la energía limpia: electrolizadores de hidrógeno y baterías de iones de litio, ya están a punto de convertirse en las tecnologías innovadoras de la década.
Estas tecnologías deberían desempeñar un papel clave en el refuerzo del transporte y la industria de Europa a medida que el continente emerge de la crisis y busca desarrollar nuevas manufacturas superiores para la exportación. Si la UE logra aprovechar esta oportunidad, conseguirá una ventaja competitiva en los mercados mundiales.
Para lograrlo, los líderes europeos, las empresas y los ciudadanos deben ser audaces y valientes. Hemos demostrado que podemos adaptarnos a las nuevas realidades durante la crisis del coronavirus.
Es momento de demostrar que también podemos construir una nueva realidad. Miremos más allá del mundo que conocíamos y comprometámonos con el mundo que queremos ver.
Ha llegado la hora.
(*) Frans Timmermans es Vicepresidente de la Comisión Europea, y Fatih Birol es Director Ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía AIE).
Fuente y fotos Agencia EFE.
Esta tribuna se publicó simultáneamente, en exclusiva, en inglés en el portal EURACTIV.com (EA.com), socio de EFE, y en otros portales miembros de la red paneuropea de EA.com.
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