Es un reto hablar de la Economía Circular en momentos en que nuestras vidas, las de todos, en mayor o menor grado, continuan siendo golpeadas por la pandemia. Sin embargo, es quizás el momento más necesario para hacerlo. Oriol Lázaro argumenta la necesidad de un cambio de nuestro modelo económico.
En primer lugar, la necesaria inversión económica. En tiempos de incertidumbre económica, no podemos desperdiciar la oportunidad de los fondos de reconstrucción europeos, enmarcados también a la sombra del pacto verde, para volver a la falsa seguridad de seguir haciendo lo de siempre. ¡Esta opción ya no existe!
En el ámbito de los residuos, necesitamos una legislación que incida no tanto en la separación de envases, porque recordemos, solo estamos separando envases o embalajes para su recuperación, sino en la reducción del consumo. Y en la composición, por ejemplo, de plásticos que entran en contacto con alimentos, diferenciándolo de otros materiales destinados a consumos no personales. Es imperativo reorientar la recogida y la separación, dando un enfoque que incentive la reducción del consumo, descartando el sistema actual orientado a la cantidad.
Por otro lado, es imposible una correcta gestión de los residuos sin una nueva legislación que lo acompañe. En España, el coste de mandar una tonelada de residuos a un vertedero es ínfima, muy baja en comparación con algunos países de nuestro entorno europeo, lo cual no motiva a avanzar en un correcto re-aprovechamiento y reciclaje.
En segundo lugar, una externalidad positiva de la pandemia con la que convivimos, es la reorientación al mercado de proximidad. Y esta es una segunda pata de la economía circular. Acortar circuitos nos hace reducir la huella de carbono de los alimentos y productos que consumimos.
Del mismo modo, en cuanto a la transición energética, cerrar el círculo de la energía viene por la reducción del consumo de combustibles de origen fósil. Un primer impulso en Catalunya lo vivimos en la derogación, el año pasado, del Decreto 147/2009 por parte de la consellera Àngels Chacon y recientemente, un impulso más fuerte lo ha hecho la Generalitat Valenciana, con el nuevo hub de comunidades energéticas, dónde las fuentes renovables cobrarán protagonismo desde cada municipio.
En el camino de esta transición energética será necesario un gran diálogo territorial, si nos atenemos a los resultados de los mapas de potencial de energía eólica, así como a la gran concentración urbana en algunas áreas, que dificultan la instalación de grandes campos solares, los cuales permitirían obtener la energía necesaria para el desarrollo de nuestro día a día. Éste diálogo debe ser franco y transparente, sobretodo con aquellos territorios que se han visto más apartados de las decisiones tanto políticas como de las inversiones en infraestructuras.
Hay que facilitar el desarrollo económico de todos lo territorios y conseguir que la población no se vea obligada a desplazarse para obtener mayores oportunidades.
En este sentido, debemos tener en cuenta otro de los aprendizajes que nos ha dado esta pandemia: la posibilidad de, en algunos ámbitos, trabajar de forma remota, ahorrando desplazamientos, y dando la posibilidad de reducir la presión urbana de determinadas zonas del país.
La economía circular debe ser el remedio a esta pandemia que nos está azotando. Respetar nuestro entorno, reducir la presión sobre los recursos que nos da el planeta, desarrollar nuevas oportunidades sin que sea necesario explotar materias primas, y todo ello sin olvidar ni un segundo que hay que respetar la dignidad de las personas. Pensar en qué podemos mejorar cada uno de nosotros, y si realmente necesitamos todo aquello que tenemos y acumulamos en nuestras vidas. Reducir nuestra huella de carbono, impulsar nuevos comportamientos de consumo, y diseñar para que ningún objeto caiga en el desuso, que ningún material se convierta en residuo.
Para ello es necesario que las administraciones públicas apoyen las iniciativas que se desarrollan en el ámbito privado, que aprendan también de los proyectos que ellas mismas financian y que los puedan transformar en acciones reales. Los poderes legislativos deberán revisar profundamente toda la legislación en materia de residuos, de energías renovables, y de reducción de emisiones, más aún tras la fijación por parte de la Presidenta Von der Leyen de, al menos, un 55% de reducción de las emisiones para el año 2030.
El 25 de septiembre se han cumplido cinco años del establecimiento de la agenda 2030. El próximo 2 de diciembre se celebran, a su vez, cinco años de la publicación por parte de la Comisión Europea del primer paquete de Economía circular. Tras un lustro que nos ha servido para ir preparando el camino para esta transformación, entramos de lleno en la década en la que debemos implementar este nuevo modelo económico, más justo, más social, y en definitiva más sostenible. Todo es posible, está en nuestras manos hacerlo realidad.