El potencial de crecimiento de la inversión con impacto 0 1116

Primera emisión de bonos sociales de la UE: interés de los inversores - SOSTENIBLES

Inversión de impacto no es lo mismo que filantropía, aunque se le pueda parecer. Tienen que ser rentables, y una de las barreras de entrada de este tipo de productos es su iliquidez, por lo que normalmente están reservados a inversores institucionales. La fiebre por la inversión sostenible en 2020 ha elevado el interés por estos productos y la revista “Inversión a fondo” de elEconomista publica un interesante reportaje sobre la materia.

La inversión con impacto cambia la vida de las personas. Muchos de estos proyectos se ubican en países en vías de desarrollo pero cada vez más será una tendencia en los países del primer mundo. El nuevo capitalismo consciente o la economía del propósito hace que ese tipo de instrumentos financieros emerjan como una de las formas más coherentes de generación económico, social y medioambiental.

El inversor que entra en estos fondos de impacto de capital privado suele hacerlo de la mano de una gestora experta en esta temática, que invierte en pequeñas entidades financieras locales, que a su vez conceden microcréditos a esos diminutos proyectos.

Hoy, la inversión de impacto supone solo una gota en el océano de activos financieros globales, en el que representa el 0,2%. Pero las estimaciones indican que en un plazo de 30 años habrá superado el 60%. El primer reto con el que uno se encuentra al aproximarse a ese universo es precisamente el de conocer su verdadero tamaño y María Domínguez lo desgrana de forma muy pedagógica:

En España, el patrimonio de los fondos puros de impacto, esto es, los que invierten en empresas que no cotizan, cuya actividad ayuda a mejorar la vida de colectivos vulnerables o la situación de regiones desfavorecidas, asciende a solo 239 millones de euros, según los cálculos de SpaiNAB (el Consejo Asesor Nacional para la Inversión de Impacto). Sin embargo, el último informe de Spainsif situaba estas inversiones de las entidades españolas en 22.397 millones en 2019.

El hándicap de este tipo de productos es su barrera de entrada: por su iliquidez, están reservados a inversores institucionales, o a aquellos que cuenten con, al menos, 100.000 euros. A este tipo de vehículos corresponderían esos 239 millones en España que, según las estimaciones de SpaiNAB, crecerán un 51%, hasta los 360 millones, en 2021.

La otra forma de abordar la inversión de impacto, bien con impacto, abre un abanico mucho más amplio ya que implica invertir en empresas que cotizan, por ejemplo de renovables, tecnología o salud. Se trata de contribuir, a través de ellas, a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.

Este enfoque, que sí es accesible al minorista, es el de los fondos líquidos. Agustín Vitórica, CEO de Gawa Capital, firma pionera en este campo en España, visualiza los diversos enfoques como las capas de una cebolla: en el centro están los fondos de capital privado, y alrededor las inversiones de impacto “en su amplio espectro”.

La fiebre por la inversión sostenible en 2020 ha elevado el interés por estos productos. En la parte de productos puros (el núcleo de la cebolla), en los últimos meses hemos presenciado varios lanzamientos. Francisco García Paramés ha creado la gestora Global Social Impact Investments, especializada en fondos de impacto social. Recientemente se ha presentado el fondo Huruma, de Cofides, distribuido por CaixaBank Banca Privada, que financiará a pequeños agricultores de Latinoamérica, África y Asia, gestionado por Gawa Capital.

De 2018 viene el Magallanes Impacto, que también gestiona Gawa y que invierte en deuda de pequeñas entidades que dan microcréditos a personas desfavorecidas en países en desarrollo. En la parte de los fondos que invierten en empresas que cotizan en bolsa, los lanzamientos también se han multiplicado en 2020.

Hace unos días, Banca March anunciaba su alianza con Amundi-CPR. Este año se han multiplicado los lanzamientos de productos financieros ‘de impacto’. La protección de los bosques está entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Sostenibilidad ofrecer el Amundi CPR Banca March Impact Fund, que invertirá en compañías vinculadas a la economía circular, las renovables o la gestión del agua.

En esta pata de fondos líquidos con impacto también se sitúa el Bankia Futuro Sostenible, que la entidad lanzó ya en 2017 y que, según Augusto Caro, director de Renta Variable, Mixtos y Empleo de Bankia AM, contribuye a alcanzar los ODS centrándose en cinco temáticas: agua limpia y saneamiento; alimentación y lucha contra el hambre; salud y bienestar; cambio climático; y pobreza y desigualdad. “

El año 2020 está siendo magnífico para la inversión ASG, que recibió flujos incluso en los peores momentos del crash de marzo y, en particular, para la emisión de bonos sociales y verdes en España. Una evolución muy positiva de los emisores dentro de los mercados líquidos ya que en renta variable sí encontrábamos fondos de impacto, pero en la parte de renta fija había más dificultades.

Esto ha cambiado este año, explica Jorge González, director de análisis de Tressis. La emisión de bonos sociales, verdes y sostenibles en España supera los 13.000 millones en 2020, un 34% más que en todo 2019, y eso que el año no ha terminado. González destaca que se trata de “emisiones bien estructuradas y definidas”, con bonos que cuentan con sus KPI (key performance indicators o medidores de desempeño) que realmente permiten hacer un seguimiento. Esta me parece la nota esperanzadora este año para el mercado líquido, en el que, además, la llegada de la taxonomía europea será de gran ayuda”.

Los bonos verdes emergen como una vía para lograr una reactivación económica alineada con la protección ambiental. Se trata de complementar los fondos públicos con una buena inyección de dinero privado para una recuperación verde.

Los temas ESG cada vez tienen más importancia en la agenda pública y de la gestión del negocio. Según la encuesta publicada por EY, el 97% de los inversores tiene en cuenta la información no financiera de las empresas en sus decisiones de inversión y el 89% cree que las cuestiones ESG son más valiosas en momentos de volatibilidad y corrección de los mercados. 

La sostenibilidad y la conciencia por el medio ambiente han llegado para quedarse. Las empresas lo saben y por eso ‘han sacado toda su artillería’ para poder llegar a ser emisiones cero o neutras y cambiar sus modelos de negocio aunque en el corto plazo repercuta en sus cuentas anuales. La mirada estratégica debe ponerse en el medio y largo plazo para ser viables y mantener la licencia social para operar.

Para saber más:

Revista Inversión a fondo

ESG, nuevo paradigma de las inversiones en el mundo post COVID19

Los grandes fondos apuestan por las inversiones sostenibles y con impacto

La inversión con impacto y los nuevos modelos de empresa

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