El rugby es un deporte muy consolidado y popular en algunos países, pero un gran desconocido (aunque cada vez menos) en muchos otros. Sin embargo sus prácticas y valores deberían ser socializados, especialmente a niños y adolescentes, como formación en valores y actitudes.
Jugar al rugby aporta una serie de valores fundamentales para desenvolverse en la vida, como sabemos todos los que hemos formado parte de esa gran familia. A veces, el sensacionalismo de unos segundos de TV mostrando alguna pelea sobre el terreno de juego, distorsiona la realidad. El rugby es un deporte de contacto, intenso y muy físico pero noble, en el que dos equipos se confrontan en una apasionante batalla de fuerza, táctica y estrategia colectiva.
También debería aplicarse al mundo de la empresa. Algunos estamos un poco hastiados de los manuales del “Arte de la guerra” aplicado a los negocios. Eso forma parte de un mundo de la estrategia de negocios desfasada. Hoy la innovación, la gestión del talento y de los equipos, y sobretodo generar entornos colaborativos, son los que mejores resultados están ofreciendo, y el rugby se caracteriza por mucho de todo ello.
Hace un tiempo, el periodista y locutor Rodrigo Contreras, @RContrerasFM, publicaba un maravilloso artículo titulado “Diez razones por las que cualquier empresa debería tener a un rugbier en su plantilla”, un alegato en favor del sentido común , aunque sabemos que a veces es el menos común de los sentidos. Hoy quiero volver a recordarlos en un momento de cambio profesional personal, al encontrarme con colegas que han sido igualmente rugbiers y en el que el trabajo se hace mucho más fácil y divertido al compartir esos valores:
10- Humildad: El rugby está lleno de ejemplos de humildad en cada partido. El mejor jugador del mundo de la última década, Richie McCaw, se enfundaba la camiseta de ‘water’ y salía en los parones del partido a repartir agua entre sus compañeros y el árbitro. También se vio a todo un campeón del mundo, Sonny Bill Williams, cómo regalaba su medalla de oro recién ganada a un niño. Todo un ejemplo para cualquier amante del rugby y para otros muchos deportes contaminados por las vanidades, egoísmos e individualidades de sus estrellas.
9- Sociables y divertidos: Es indudable que uno de los grandes atractivos de este deporte es su tercer tiempo. Una fase del partido en donde las personas toman protagonismo total en un ámbito mucho más social que deportivo. Es una parte con la que el jugador de rugby se siente identificado y en la que se comparten cervezas, historias y anécdotas con tus compañeros de equipo, el público, el árbitro y hasta con tus rivales del campo, convertidos muchos de ellos en colegas en el tercer tiempo.
8- Espíritu de sacrificio: Cuando te encuentras en una melé soportando los 1.000 kilos de los delanteros del otro equipo y uno de ellos te está metiendo el dedo en el ojo y otro aplastando su cráneo en tu oreja, y entonces un jugador de rugby se crece y echa el resto y saca fuerzas de la nada para dar el 120% para ganar ese balón.
7- Motivación / Concentración: No hay nada más que entrar a un vestuario de rugby minutos antes de un encuentro y respirar la concentración que hay en él. La motivación en el deporte oval es algo extremo. La noche antes de un partido empieza la concentración de los jugadores y los miembros técnicos de todos los equipos, cada uno con su diferente ritual.
6- Trabajo en equipo: Un partido de rugby lo juegan quince contra quince y cada uno de esos jugadores tiene su función. En un equipo de este deporte son necesarios desde el número uno hasta el quince, pasando por los suplentes, cuerpo técnico y hombres lesionados. Las estrellas son uno más, no hay jerarquías ni privilegios, todos sudan, pelean y sufren por igual. El apoyo al compañero y la solidaridad con él se convierte en algo muy común dentro de un equipo de rugby.
5- Compromiso: Cuando un jugador de rugby decide apuntarse en un equipo no fallará nunca. Jugar con ese club es lo mejor que le puede estar pasando en ese momento y lo demuestra en cada entrenamiento y en cada partido, tenga o no la oportunidad de jugar.
4- Superación personal: Un jugador de rugby no tiene límites, y si se topa con alguno, siempre está dispuesto a romperlos con esfuerzo, sacrificio y superación personal. La práctica de este deporte te exige una preparación previa a su desarrollo que permite al jugador mejorar día tras día y entrenamiento tras entrenamiento. La preparación física es indispensable ya que se trata de un deporte duro, intenso, que requiere que todas las partes del cuerpo estén en perfecto estado, y eso únicamente se puede conseguir a través del trabajo diario y constante.
3- Compañerismo: El mundo del rugby es una gran familia y hay mucha solidaridad. Como ejemplo en España, hace tan sólo unos meses pudimos ver en nuestro país al mundo oval volcado con un compañero que sufrió una lesión medular. Con cualquier lesión, fallo o contratiempo que te ocurra siempre habrá un compañero para ayudarte en lo que necesites.
2- Continuo aprendizaje: Todos los jugadores y técnicos, sin excepción, están en continuo aprendizaje. Porque el rugby no es un deporte en el que aprendes unos detalles y ya puedes convertirte en un buen jugador. Es bastante probable que a lo largo de la trayectoria deportiva de un ‘rugbier’ pueda variar su posición en el campo, lo cual obliga a aprender otros conceptos y otras formas de juego, lo cual le sirve para mejorar globalmente.
1- Trabajo bajo presión: Un ‘rugbier’ disfruta con la presión y la conoce al milímetro. Para él no hay partido amistoso y su espíritu de competición es tan grande, que es capaz de solventar situaciones complicadas y moverse en ellas como pez en el agua. La sensación de jugar los últimos minutos de un partido importante cuando éste está igualado es una de las sensaciones más intensas y emocionantes que cualquier jugador de rugby ha podido tener en su vida.
Así pues, ya lo saben, a la hora de reclutar talento, un rugbier suele ser un plus. Si no se le había ocurrido, hágaselo saber a su responsable de Recursos Humanos. Su empresa saldrá ganando, y mucho.