Medir los impactos ambientales del consumo de España constituye un primer paso para evaluar la sostenibilidad de nuestro consumo en la medida en que nuestras decisiones de compra y nuestros estilos de vida tienen un importante potencial transformador de las relaciones económicas en favor de una mayor sostenibilidad. El consumo de alimentos surgió como el principal impulsor de los impactos ambientales generados por el consumo de los hogares españoles, seguidos por la movilidad y la vivienda.
La protección del medio ambiente es uno de los principios fundamentales de la Unión Europea (UE) y se ha integrado en un número cada vez mayor de sus políticas así como se ha perfilando como prioridad en España. El reflejo es el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, en el que la transición ecológica constituye el primero de los ejes que configura la agenda de inversiones y reformas estructurales para salir de la crisis provocada por la COVID-19.
Dentro de las actividades económicas que impactan en el medio ambiente global, el consumo de bienes y servicios se reconoce como uno de los principales impactos en el medio ambiente.
Abordar los impactos ambientales del consumo es de suma importancia para cumplir los objetivos y metas ambientales establecidos tanto por la UE como por el Estado español.
A escala global, la Agenda 2030, con sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) (UN, 2015), es la referencia clave en el camino hacia la sostenibilidad (CE, 2016). La producción y el consumo responsables son el núcleo del ODS 12 y también se abordan en otros ODS como el ODS 11 sobre ciudades y comunidades sostenibles y el ODS 9 sobre industria, innovación e infraestructura.
Además, los impactos ambientales generados por el consumo tienen un impacto en una serie de ODS, por ejemplo, sobre el ODS 3 ligado a la buena salud y el bienestar, el ODS 6 relacionado con el agua limpia y el saneamiento, el ODS 13 sobre la acción climática, el ODS 14 y el ODS 15, respectivamente relacionados con la vida bajo el agua y en la tierra. La sostenibilidad del consumo es fundamental en muchas políticas medioambientales de la UE.
Medir los impactos ambientales a lo largo del tiempo y la medida en que los impactos del modelo de producción y consumo se desvinculan del crecimiento económico se apuntan institucionalmente como elementos esenciales a la hora de evaluar el éxito de las políticas ambientales.
La evaluación de los impactos ambientales a lo largo del tiempo debido a la producción y el consumo puede ayudar a monitorear el progreso hacia el logro de las ambiciones del Pacto Verde Europeo, como las de la Estrategia «de la granja a la mesa», la Estrategia de Biodiversidad , el Nuevo Plan de Acción de Economía Circular , la Estrategia Química para la Sostenibilidad y el Plan de Acción de Contaminación Cero.
Además, la iniciativa “Más allá del PIB” destaca la importancia de desarrollar indicadores tan claros y atractivos como el Producto Interior Bruto (PIB), pero más inclusivos de los aspectos ambientales y sociales del progreso .
La iniciativa del mercado único de productos ecológicos tiene como objetivo eliminar las barreras del mercado que pueden limitar la adopción de productos ecológicos. Asimismo, la Estrategia de Bioeconomía apunta a una transición hacia un uso sostenible de los recursos biológicos en sustitución de los fósiles. En general, la mejora de la legislación con su caja de herramientas prevé la aplicación mejorada del análisis del ciclo de vida con el fin de respaldar las evaluaciones de impacto de las políticas.
En el caso de España, algunos de los hitos más importantes que han tenido lugar recientemente en términos de políticas ambientales han sido la aprobación de la Ley de cambio climático y transición energética (2021), el Plan nacional integrado de energía y clima (2021-2030) (MITECO, 2020), la Estrategia Española de Economía Circular (MITECO, 2020) o la Ley de Residuos y Contaminación de Suelo, la Ley de Aguas o la Ley de Bienestar Animal. Todas estas iniciativas buscan reducir los impactos ambientales ligados a la propia actividad económica.
Medir la huella de consumo
La Huella de Consumo es un indicador basado en ACV y destinado a cuantificar los impactos ambientales del consumo en la UE y sus Estados miembros. El análisis de ciclo de vida (ACV) es una metodología integral destinada a evaluar los impactos ambientales de productos, sectores y proyectos.
Estos dos elementos crean varias conexiones entre la Huella de Consumo y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En primer lugar, la Huella de Consumo proporciona una imagen general de los impactos ambientales del consumo que puede respaldar la evaluación y el seguimiento de la disociación del crecimiento económico de los impactos ambientales, como prevé el ODS 12 “Garantizar modalidades de producción y consumo responsables”.
Además, los objetivos del ODS 9 “Construir Infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible y fomentar la innovación” y el ODS 11 “Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles” también se abordan parcialmente en la Huella de Consumo. Además, al abordar diferentes tipos de impactos ambientales, la Huella de Consumo tiene varias conexiones con los ODS centrados en impactos específicos, como ODS 3, ODS 6, ODS 13, ODS 14 y ODS 15.
La Huella Interior: ¿cuáles son los impactos generados dentro del territorio?
Entre 2010 y 2018 la Huella Interior de España disminuyó en la mayoría de los impactos ambientales evaluados (así como en el índice ponderado). Sólo cuatro de los 16 impactos mostraron tendencias crecientes.
Mención especial a este respecto merece el uso de recursos minerales y metales, un impacto ambiental que prácticamente se duplicó durante el periodo analizado debido no solo a un incremento de la extracción de plata y cobre en el territorio desde 2015 sino también al impacto asociado a la extracción de estos recursos y su disponibilidad global.
Por su parte, el consumo de agua dulce, pese a mostrar una tendencia decreciente en la serie temporal, se alzó como uno de los principales problemas ambientales de España, representando por sí solo el 34% de la contribución de las presiones ambientales ligadas a la Huella Interior de España.
España es actualmente responsable de casi el 60% del impacto ambiental debido al consumo de agua de la UE-28. Contemplando toda la gama de impactos ambientales asociados a los patrones de consumo de los españoles (al margen de donde tengan lugar dichos impactos), vemos cómo 13 de los 16 impactos ambientales evaluados en la Huella de Consumo per cápita de España (así como el índice ponderado) mostraron tendencias al alza entre 2010 y 2018.
Estas tendencias crecientes se debieron, fundamentalmente, al incremento de las importaciones españolas y el aumento de la intensidad de consumo de la mayor parte de los productos. Durante los últimos años España ha logrado disminuir los impactos ambientales domésticos ligados a su consumo al mismo tiempo que ha mantenido su economía en crecimiento gracias a un proceso de externalización de sus patrones globales de consumo que ha trasladado buena parte de esos impactos al extranjero a través del comercio internacional.
El consumo de alimentos surgió como el principal impulsor de los impactos ambientales generados por el consumo de los hogares españoles, seguidos por la movilidad y la vivienda. Estas tres áreas representaron, conjuntamente y para el año 2018, el 85,3% de toda la Huella de Consumo de España. Una Huella del Consumo que, en términos per cápita, ha pasado a situarse por encima de la del promedio de la Unión Europea en 2016 y 2018.
Los alimentos y la movilidad fueron además las dos áreas de consumo cuya huella más aumentó entre 2010 y 2018. Los únicos impactos ambientales que no tuvieron a la alimentación como principal impulsor fueron: la eutrofización del agua dulce y la radiación ionizante (vivienda), la formación de ozono fotoquímico y el uso de recursos fósiles (movilidad) y el uso de recursos minerales y metales (electrodomésticos).
A escala de producto, los alimentos con más impacto fueron la carne y los lácteos, mientras que los medios de transporte que más contribuyeron a la Huella de Consumo de España fueron los turismos diésel, los turismos de gasolina y el transporte aéreo continental.
Por su parte, las tipologías de vivienda que más peso tuvieron sobre la Huella de Consumo fueron las viviendas multifamiliares (tanto las construidas entre 1970-1989 como las de antes de 1945). Finalmente, los bienes del hogar que más contribuyeron en términos de Huella de Consumo fueron la ropa, los muebles y los productos de papel, y en el caso de los electrodomésticos el mayor impacto vino por el lado de la nevera, el televisor, el horno y el ordenador portátil.
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