La Tierra como patria: revisitando a Edgar Morin 0 1087

Vivimos tiempos convulsos que muestran un mundo desconfigurado. Se yuxtaponen las crisis del pasado, con las crisis del presente y las crisis del futuro. En pleno siglo XXI, vuelve a interpelarnos el gran reto de transformar al género humano en humanidad. En estos días oscuros que vive el planeta, vale la pena recuperar este texto de 1995 del filósofo EdgarMorin, de total actualidad y que nos recuerda José Moisés Martín Carretero, SCR del que comartimos algunos fragmentos especialmente relevantes:

“Hoy día vuelven a plantearse de modo exacerbado, pero sin las ilusiones y el fervor de 1945, los graves problemas que dieron lugar a la creación de la UNESCO, los pro­blemas de la paz y de la guerra, del subdesa­rrollo material, técnico y económico que padecen el Sur y el Este y del subdesarrrollo psíquico, moral e intelectual, que es universal.”

“Antos problemas dramáticamente relacio­nados entre sí inducen a pensar que la situación del mundo no es una mera crisis, sino ese estado violento -en el que se enfrentan las fuerzas de la muerte y de la vida- que se conoce con el nombre de agonía.”

“Estamos viviendo a la vez la crisis del pasado y la crisis del futuro, la del devenir de nuestra era planetaria, que se caracteriza, entre otras cosas, por los problemas cada vez más graves que plantean la urbanización del mundo,los desórdenes económicos y demográficos, las regresiones y los estancamientos democrá­ticos, la marcha acelerada y descontrolada de la tecnociencia.  Al riesgo de llegar a una civiliza­ción homogeneizada que destruya la diversidad cultural se suma el riesgo opuesto, una “balca­nización” de los pueblos que haga imposible una civilización humana común”.

“Todos los seres humanos son hijos de la vida y de la Tierra. Hay que rechazar, pues, el cosmopolitismo sin raíces, que es abstracto, y abogar por un cosmopolitismo de la Tierra, por la ciudadanía de nuestro pequeño planeta singular. Lo que caracteriza a lo humano es la unitas multiplex: es la unidad genética, cerebral, inte­lectual y afectiva de nuestra especie, que expresa sus innumerables potencialidades a través de la diversidad de las culturas. La diver­sidad humana es el tesoro de la unidad humana, y ésta es a su vez el tesoro de su diversidad.” 

“Del mismo modo que se impone una comunicación viviente entre pasado, presente y futuro, hay que establecer una comunica­ción viviente y permanente entre las singulari­dades culturales, étnicas y nacionales, y el uni­verso concreto de una patria Tierra para todos”. 

“La democracia presupone y nutre la diversidad de intereses y grupos sociales y la diversidad de ideas. Ello significa que no debe limitarse a imponer la voluntad de la mayoría, sino reconocer también el derecho a existir y expresarse de las minorías y de los descontentos.”

“Surge aquí el problema de la reforma del pensamiento y el del replanteamiento de la educación. No puede haber conciencia de todos estos problemas si no hay un pensa­miento capaz de ligar las nociones desunidas y los saberes compartimentados. (./) El tipo de pensamiento fragmentario, que desmenuza todo lo que es global, ignora por su propia naturaleza el complejo antropológico y el contexto planetario. (./.) Se impone una reforma del pensamiento que engendre un pensamiento del contexto y de la complejidad.”

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