No tengo una bola de cristal, pero quería compartir algunas ideas sobre cómo las empresas pueden desempeñar un papel más positivo y adoptar prácticas más sostenibles. Hago un “spoiler”: en mi opinión, no es suficiente con adoptar modelos de negocio sostenibles; son las estructuras de gobernanza las que determinan en mayor medida la capacidad de crear prosperidad y bienestar.
En la actualidad, la mayoría de las empresas no son sostenibles. Por esta razón, en los últimos años han surgido diversos marcos y modelos de negocio que buscan restablecer un equilibrio entre la actividad empresarial y su entorno socioambiental. Un ejemplo son las propias empresas #BCorp, que se comprometen no sólo a generar valor económico, sino también a responder a necesidades y desafíos sociales y ambientales específicos.
Se han propuesto nuevos modelos de negocio para dar respuesta a los desafíos actuales. Específicamente, la adopción de negocios sostenibles, circulares y regenerativos (ver imagen) busca desafiar la relación tradicional de la empresa con sus grupos de interés, sus esquemas de producción y consumo, y su visión antropocéntrica del uso de los “recursos” naturales y sociales.
Sin lugar a dudas, es una dirección acertada y son modelos esperanzadores, aunque también complejos. No obstante, sin estructuras de gobernanza que equilibren los intereses económicos y sociales de la compañía, será difícil presenciar cambios radicales en la forma de operar de las empresas.
Las organizaciones de la economía social ejemplifican perfectamente cómo, a través de sus estructuras de gobierno, garantizan su propósito fundacional. Con la misma intención, las recientemente creadas Sociedades de Beneficio e Interés Común (#SBIC) también permiten incluir el propósito empresarial en los estatutos sociales y establecer mecanismos de gobernanza que garanticen la integración de su responsabilidad ampliada en la toma de decisiones de la empresa.
La organización Purpose Economy está también impulsado el modelo de propiedad responsable; empresas como Patagonia o Ecosia ya han adoptado estas estructuras de gobernanza que priorizan el cumplimiento del propósito a largo plazo sobre la creación de beneficios económicos a corto plazo.
El avance en la adopción de estos modelos de gestión y de gobernanza es esperanzador. No es una tarea sencilla, pero sabemos que es posible y cada vez más ejemplos nos enseñan el camino. Por supuesto, todos estos modelos no tendrán ningún sentido si no asumimos principios básicos de actuación como la responsabilidad, la transparencia, la compasión o la ética.
Y concluyo sin haber hablado de reporting, directivas, regulaciones ni greenwashing, que no es poco en estos días.
Pablo Sánchez, experto en sostenibilidad e impacto positivo, ex director de B Corp Spain