Estamos secando el mundo. Confundimos el valor con el dinero, y el agua es barata para nuestro bolsillo. Pero quizá es momento de pensar el gran valor de ese tesoro que sale de nuestros grifos y riega nuestros cultivos. Para esas personas que se quedan ancladas en las excusas, las sequías actuales se deben a los propios ciclos de la Tierra. Si bien es cierto que el clima ha ido pasando por distintos periodos a lo largo de la historia, es imposible negar nuestra responsabilidad en la situación de sequía actual.
¿Cuáles son las causas de la sequía en España?
Es sobrecogedora la visión de la tierra agrietada y los pantanos bajo mínimos, esa realidad se encuentra en cada vez más partes de nuestro país. Si vemos que en el mes de febrero se están produciendo restricciones de agua en algunas zonas… ¿qué ocurrirá en verano? Los expertos calculan que cerca del 75% del territorio español podría convertirse en desierto antes del final de este siglo. Solo si la sociedad y los gobiernos se dan cuenta de la importancia vital de la gestión del agua, será posible cambiar esa situación.
Y es que las principales causas de la sequía en nuestro país son originadas directamente por nosotros, sus habitantes, y de las políticas del agua.
- La falta de precipitaciones provocada por el cambio climático.
- La sobreexplotación de agua, realizada en muchas ocasiones de manera ilegal. Un dato alarmante es la existencia de casi 1 millón de pozos ilegales que están secando multitud de acuíferos, humedales y ríos.
- La gestión por parte de las Administraciones Públicas, que se centra más en paliar las consecuencias que en solucionar la raíz de esta gran problemática.
¿Problema de sequía o sobreconsumo?
Uno de los fallos más recurrentes a la hora de enfrentar los problemas, tanto por parte de los gobiernos como de la sociedad, es enfocarse en cómo producir más cantidad de un recurso que escasea en lugar de analizar si realmente el uso que se le da es razonable.
El sector agrícola y la producción alimentaria suponen sobre un 70% del consumo mundial del agua, según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En el caso de España esta cifra asciende hasta el 82,1%. En concreto, las empresas de agricultura intensiva y las macrogranjas son las que más agua consumen. Según los expertos, en el sector se necesita una mayor eficiencia y modernización de los sistemas de riego. Pero, además, debemos plantearnos que quizá la solución está en disminuir los tipos de cultivo con alta demanda de agua o el consumo cada vez mayor de carne.
Los datos son claros: la FAO estima que para producir 1 kilo de carne se consumen entre 5.000 y 20.000 litros de agua, mientras que para elaborar 1 kilo de un cereal como el centeno se necesitan entre 500 y 4.000 litros de agua.
Por todo esto, quizá la solución es más sencilla (pero, sobre todo, diferente) de lo que parece: el cambio en los hábitos de producción y consumo, evolucionando hacia alimentos que exijan menos gasto de agua.
Las desaladoras, la solución incorrecta
Algunos sectores proponen la construcción de más desaladoras para “producir” más agua. Quizá los altos costes de este sistema han frenado algo su expansión, pero, sin embargo, podemos enumerar muchos otros motivos por los que las desaladoras no son la mejor solución, sino la última a considerar de todas las posibles.
- El gran consumo de energía eléctrica: en el procesamiento, en bombearla desde el origen y en la gestión del agua se necesita una gran cantidad de energía.
- La salmuera, un desecho muy contaminante. Nuestros mares ya están muy castigados, y recibir el vertido de salmuera solo empeoraría su situación. El alto contenido en sales, los químicos y la diferencia de pH y temperatura son terriblemente perjudiciales para el área marina.
- La sensación de que el agua es un recurso infinito. Ese pensamiento de que toda el agua del mar está disponible para el consumo, nos llevaría a la falsa creencia de que el agua para consumo es ilimitada.
Por lo tanto, ni las desoladoras, ni mover el agua en barcos como se ha estado hablando recientemente, son una solución real. Tan solo cambian de lugar el problema, trasladándolo a los mares o a otros territorios. No podemos seguir poniendo parches a un problema que requiere una intervención urgente y el compromiso de todos y todas. Ya no solo nuestro futuro, sino que nuestro presente, depende de ello.
Qué puedes hacer tú
Cada decisión que tomamos en nuestro día a día es una acción que va a favor o en contra del consumo responsable de agua. No solo cerrar el grifo mientras te lavas los dientes. Eligiendo productos locales, disminuyendo el consumo de carne o apostando por frutas y verduras ecológicas genera una repercusión positiva en el uso del agua. Un gran cambio no es más que la suma de muchas pequeñas acciones.
Por suerte, son ya muchas las personas y entidades las que están en este camino. En las ONGs como Manare (www.manare.org), cada gota de agua es considerada como el tesoro que realmente es. Además de contribuir a la difusión y conciencia del problema mundial sobre este bien vital, esta pequeña ONG apuesta por realizar proyectos que facilitan el acceso a agua potable en territorios del Sur Global donde nunca han tenido esa posibilidad. Pero es que ahora ya no hay que intentar empatizar con territorios lejanos. El problema está en casa.
Aún es posible frenar y revertir estas tendencias tan desesperanzadoras. El poder está en nuestras decisiones, en nuestros grifos, en nuestras prioridades. Que nunca se nos olvide que, sin agua, no habrá oportunidades. Ni habrá vida. Cada vez más somos conscientes de esta realidad y no dejamos que se pierda la importancia de la problemática entre tantas otras preocupaciones que ocupan nuestro día a día.
¿Sumamos fuerzas y brindamos con agua por los logros que conseguiremos?
Gloria Borrego, Cofundadora Manare Foto: Michael Ndosi (Tanzania)
Gran artículo que hace pensar y que invita a actuar.