La aprobación del Pacto para el Futuro representa un acuerdo global y un compromiso histórico para dar respuesta a los desafíos más urgentes actuales. Es una evolución de la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y supone un compromiso renovado para abordar los desafíos globales con mayor urgencia y ambición para combatir las crisis emergentes como el cambio climático, la desigualdad digital y las tensiones geopolíticas.
1. Mayor enfoque en la prevención de crisis globales
El Pacto para el Futuro introduce un énfasis más claro en la prevención de crisis como elemento central de la acción multilateral. Mientras la Agenda 2030 se centraba en el desarrollo sostenible, el nuevo pacto incluye un compromiso para fortalecer la resiliencia global ante emergencias, tanto climáticas como sanitarias, económicas y políticas.
En este sentido, se proponen mecanismos globales más robustos para la detección temprana de amenazas y la cooperación preventiva, basados en las lecciones aprendidas de la pandemia de COVID-19 y los desastres naturales intensificados por el cambio climático.
2. Incorporación de la inteligencia artificial y gobernanza tecnológica
Una de las novedades más destacadas del Pacto para el Futuro es el enfoque en la gobernanza de las tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial (IA) y la biotecnología. El pacto aborda los riesgos éticos y sociales de la revolución tecnológica, reconociendo la necesidad de un marco regulatorio global para garantizar que estas tecnologías se utilicen de manera segura y equitativa. Se subraya la importancia de una brecha digital cero, es decir, que todos los países tengan acceso igualitario a los avances tecnológicos para evitar que el progreso digital profundice aún más las desigualdades.
Además, el pacto incluye propuestas para regular el uso de la IA en el ámbito militar, la privacidad de los datos y el impacto ambiental de las tecnologías digitales, destacando la intersección entre la sostenibilidad y la transformación digital.
3. Una gobernanza multilateral más inclusiva
El Pacto para el Futuro plantea reformas para lograr una gobernanza multilateral más inclusiva y representativa, un aspecto que no estaba tan presente en la Agenda 2030. Reconociendo que el sistema actual no refleja adecuadamente las realidades del siglo XXI, el pacto propone una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU para incluir una representación más equitativa de las regiones del mundo en desarrollo, como África, América Latina y Asia. Además, se promueve la inclusión de actores no estatales, como la sociedad civil, los jóvenes y el sector privado, en los procesos de toma de decisiones a nivel global.
4. Énfasis en la justicia intergeneracional
El concepto de justicia intergeneracional cobra mayor relevancia en el Pacto para el Futuro. Aunque la Agenda 2030 subrayaba la importancia de “no dejar a nadie atrás”, el nuevo pacto destaca la necesidad de garantizar un futuro equitativo para las generaciones venideras. Esto se traduce en medidas más estrictas para mitigar el cambio climático, así como en políticas que aseguren un uso responsable de los recursos naturales, evitando que las generaciones futuras hereden un planeta devastado por las prácticas insostenibles del presente.
Este enfoque incluye la creación de un Enviado Especial para las Generaciones Futuras, que trabajará para garantizar que las políticas actuales consideren los intereses de las generaciones por venir, y un Fondo para las Generaciones Futuras, destinado a financiar iniciativas que aseguren un futuro sostenible.
5. Acción climática acelerada y más ambiciosa
Si bien la acción climática ya era un pilar central en la Agenda 2030 a través del ODS 13 (Acción por el Clima), el Pacto para el Futuro amplía esta ambición, reconociendo la necesidad urgente de implementar políticas aún más estrictas para limitar el calentamiento global a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales. Esto incluye compromisos más severos en términos de descarbonización, la protección de la biodiversidad y la transición energética hacia fuentes renovables.
Además, se reconoce la importancia de la justicia climática, lo que implica asegurar que los países en desarrollo, que son los menos responsables del cambio climático pero los más afectados por sus impactos, reciban el apoyo financiero y tecnológico necesario para adaptarse a estos desafíos.
6. Economía verde e inclusiva
El nuevo pacto subraya la necesidad de una transformación económica hacia un modelo más sostenible y justo. En este sentido, se impulsa una mayor inversión en empleos verdes y la adopción de un modelo económico circular, donde los recursos se reutilizan y los desechos se minimizan. El pacto promueve una transición económica que no solo sea ambientalmente responsable, sino también inclusiva, asegurando que las comunidades más vulnerables no queden excluidas del nuevo paradigma económico.
Asimismo, el pacto introduce el concepto de una economía del bienestar, donde el progreso no se mida únicamente en términos de crecimiento del PIB, sino que se tomen en cuenta indicadores como la salud, la educación y el bienestar social.
7. Preparación ante futuras pandemias
Una novedad crítica del Pacto para el Futuro es el énfasis en la preparación para futuras pandemias. Basado en las lecciones de la pandemia de COVID-19, el pacto busca establecer un sistema global de alerta temprana para detectar brotes de enfermedades y responder de manera rápida y coordinada a nivel internacional. También se aboga por un acceso equitativo a vacunas, tratamientos y equipos médicos, asegurando que los países de bajos ingresos no queden rezagados en futuras emergencias sanitarias.
El pacto también destaca la importancia de fortalecer los sistemas de salud pública a nivel global, invirtiendo en infraestructura sanitaria y formación de personal médico en todo el mundo.
8. Educación para el futuro
El Pacto para el Futuro introduce una visión renovada de la educación, promoviendo un enfoque más adaptable y orientado a las habilidades del siglo XXI. Se propone una reforma educativa que incluya la alfabetización digital y la enseñanza de habilidades para enfrentar los desafíos de la sostenibilidad, el cambio climático y la transformación digital. La educación es vista como un motor clave para empoderar a las generaciones futuras y prepararlas para liderar en un mundo que cambiará drásticamente en las próximas décadas.
En definitiva el Pacto para el Futuro de las Naciones Unidas no representa una gran innovación, sino actualización necesaria y urgente de la Agenda 2030. Reconoce la creciente complejidad de los desafíos globales y la velocidad con la que se desarrollan. Mientras que la Agenda 2030 se centraba principalmente en el desarrollo sostenible, el nuevo pacto amplía su enfoque para incluir no solo la sostenibilidad, sino también la justicia intergeneracional, la gobernanza tecnológica y la prevención de crisis globales para construir un sistema internacional más resiliente, inclusivo y preparado para los desafíos del siglo XXI.