
Durante el año 2025, la sostenibilidad se consolida como una prioridad global que exige acciones rápidas y coordinadas en una nueva y renovada alianza público-social-privada. Los desafíos geopolíticos también están relacionados con el medio ambiente, la economía y la sociedad y requieren respuestas innovadoras y comprometidas para garantizar un equilibrio entre desarrollo económico, necesidades humanas y la preservación del planeta. Estos son los nueve retos ineludibles en sostenibilidad que marcarán este próximo año.
1. Mitigación y adaptación al cambio climático.
El cambio climático sigue siendo el mayor desafío ambiental del siglo XXI. En 2025, los objetivos siguen siendo la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y cumplir con los compromisos del Acuerdo de París limitando el calentamiento global a 1,5 °C. Sin embargo, muchos países aún enfrentan dificultades para implementar estrategias efectivas de descarbonización y emergen liderazgos populistas que se sustentan en discursos negacionistas sobre la crisis climática. Los eventos climáticos extremos muestran que la adaptación climática es una necesidad urgente. Esto es, fortalecer infraestructuras y comunidades frente a estos fenómenos extremos, como inundaciones, sequías y olas de calor, que se han intensificado en los últimos años.
2. Transición energética sostenible.
El abandono de los combustibles fósiles sigue siendo un reto crucial para 2025 y una pieza central en l alucha contra el cambio climático. A pesar del avance en energías renovables todavía enfrentamos importantes retos tales como aumentar las inversiones en tecnologías verdes y acelerar la investigación en tecnologías limpias como el hidrógeno verde y la captura de carbono. Avanzar en sistemas de almacenamiento y distribución masivo para las energías intermitentes, como la solar y la eólica. Apostar por una transición justa evitando que comunidades dependientes de industrias tradicionales queden rezagadas y genere fustración y rechazo a las políticas climáticas.
3. Gestión de recursos hídricos.
El agua, un recurso esencial y nos enfrentamos una crisis global. La escasez y estrés hídrico van en aumento. Según informes de la ONU, para 2025, la mitad de la población mundial vivirá en áreas con escasez de agua. Igualmente la contaminación del agua por plásticos, químicos y desechos industriales sigue siendo un reto ineludible. Para ello, hay que modernizar nuestras infraestructuras hídricas y especialmente los sistemas de distribución y reutilización en regiones vulnerables.
4. Economía circular y gestión de residuos.
El modelo económico lineal (extraer, usar y desechar) ya no es una opción. Ha generado montañas de residuos y ha agotado los recursos del planeta. La transición hacia una economía circular exige fomentar el reciclaje efectivo, actualmente solo el 9% de los plásticos se reciclan globalmente. Igualmente necesitamos apostar por el diseño de productos sostenibles creando bienes duraderos y fáciles de reutilizar o reciclar. Para ello sigue siendo indispensable la educación y sensibilización para cambiar hábitos de consumo para reducir el desperdicio.
5. Alimentación sostenible.
El sistema alimentario actual contribuye significativamente a la deforestación, pérdida de biodiversidad y emisiones de CO₂. En 2025, hay que seguir apostando por la promoción de dietas más sostenibles reduciendo el consumo de carne y lácteos, fomentando proteínas alternativas y la agricultura regenerativa reforzando los sistemas alimentarios resilientes y de proximidad. Por su parte, el desperdicio alimentario sigue siendo una realidda. Un tercio de los alimentos producidos en el mundo se desperdician.
6. Preservación de la biodiversidad.
La pérdida de biodiversidad amenaza la estabilidad de los ecosistemas. Proteger los hábitats y ampliar las áreas protegidas terrestres y marinas sigue siendo clave para prevenir y combatir las especies invasoras que representan una de las principales causas de extinción de la biodiversidad local. En regiones críticas como la Amazonía, hay que apoyar los esfierzos por frenar la deforestación, ya que la tala descontrolada sigue siendo un problema urgente en uno de los principales pulmones del planeta.
7. Justicia social y sostenibilidad.
La sostenibilidad no puede lograrse sin equidad social. Cerrar la brecha de desigualdad y garantizar el acceso equitativo a los recursos básicos como agua, energía y alimentación es una responsabilidad ética, económica y social. Para ello, hay que fomentar la participación ciudadana e involucrar a las comunidades locales en la toma de decisiones. En particular, hay que asegurar la participación y la igualdad de género, empoderando a las mujeres, especialmente en regiones rurales para liderar proyectos sostenibles.
8. Tecnología e innovación para la sostenibilidad.
La tecnología seguirá siendo un motor clave para enfrentar los retos del futuro, pero también plantea desafíos propios. Hay que avanzar en la digitalización verde. La creciente demanda de tecnología, como el alto consumo energético de los centros de datos o la producción de criptomonedas es un reto complejo que hay que abordar. El Big Data y la Inteligencia Artificial puede optimizar el uso de los recursos, prever desastres naturales y mejorar la eficiencia energética. Sin embargo, hay que asesurar el acceso equitativo a la tecnología y garantizar que las soluciones sostenibles estén disponibles para todas las regiones y comunidades.
9. Gobernanza y cooperación internacional.
La sostenibilidad requiere una nueva gobernanza mucho más sofisticada. La cooperación multilateral va a verse tensionada por el contexto geopolítico global y la llegada de Trump al poder en los EEUU. Es imprescindible fortalecer los acuerdos internacionales en temas como cambio climático, comercio sostenible y biodiversidad con el liderazgo de la UE apostando por la responsabilidad corporativa interpelando y exigiendo a las empresas a adoptar prácticas más sostenibles basadas en los criterios ASG. El activismo corporativo en favor de la sostenibilidad, tanto económica, como social y medioambiental, cobra más sentido que nunca
En definitiva, el año 2025 representa un punto de inflexión. O avanzamos hacia un mundo más sostenible o retrocedemos. Durabte el mes de noviembre de 2025 la Amazonía acogerá el próximo año, por primera vez, una Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (la COP 30). Una Cumbre que estará marcada por la discusión de las nuevas metas de emisiones bajo las amenazas de biocot de Donald Trump y sus aliados internacionales. Una cumbre del clima icónica porque se cumplirán diez años del Acuerdo de París.
Aunque los retos son numerosos y complejos, también existe un potencial enorme para transformar la forma en que interactuamos con el planeta y entre nosotros. La clave estará en combinar innovación tecnológica, políticas públicas efectivas y un compromiso colectivo que trascienda las fronteras. Un nuevo progreso sostenible es posible y necesario, por lo que hay que continuar trabajando por alianzas inteligentes y estratégicas.