
La libertad de expresión es un derecho fundamental. Sin embargo, los discursos y mensajes de incitación al odio representan un riesgo sistémico para la democracia y los derechos fundamentales en todo el mundo. Suponen una amenaza para los valores comunes de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia e igualdad consagrados en el artículo 2 del Tratado de la Unión Europea. EL reto es cómo luchar con ello sin cohartar la libertad de expresión. Un tema complejo.
La Decisión marco de 2008 relativa a la lucha contra el racismo y la xenofobia exige a los Estados miembros que tipifiquen como delito la incitación pública a la violencia o al odio contra un grupo de personas o un miembro de dicho grupo por motivos de raza, color, religión, ascendencia u origen nacional o étnico.
Varios Estados miembros de la UE han ampliado la definición penal de incitación al odio para incluir motivos adicionales, como la orientación sexual, la identidad de género o la discapacidad. La Directiva recientemente adoptada sobre la lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica establece que la ciberincitación a la violencia o al odio por motivos de género es un delito penal.
La Comisión también ha propuesto ampliar la lista de delitos de la UE que figura en el artículo 83 del Tratado de Funcionamiento de la UE ante el aumento de los delitos de odio y la incitación al odio. Corresponde ahora a los Estados miembros actuar por unanimidad.
¿Son los Códigos de Conducta una solución?
Ante la complejidad del tema, la UE implementa instrumentos voluntarios como los códigos de conducta en el marco de la Ley de Servicios Digitales. Algunos piensan que pueden desempeñar un papel importante en un sistema más amplio de aplicación. Sin embargo, el riego es que las principales platafornas se sumen en un determinado código de conducta y no lo pliquen de forma eficiente y contundentemente.
El Código de conducta+, que se basa en el Código de conducta inicial de 2016 sobre la lucha contra la incitación ilegal al odio en línea, fue firmado por Dailymotion, Facebook, Instagram, Jeuxvideo.com, LinkedIn, servicios al consumidor alojados por Microsoft, Snapchat, Rakuten Viber, TikTok, Twitch, X y YouTube.
El nuevo Código de Conducta+ reforzará la forma en que las plataformas en línea tratan los contenidos que la legislación nacional y de la UE definen como incitación ilegal al odio. El Código de Conducta integrado facilitará el cumplimiento y la aplicación efectiva de la Ley de Servicios Digitales en lo que respecta a los riesgos de difusión de contenidos ilícitos en sus servicios.
Tras esta integración, las plataformas en línea designadas en virtud de la Ley de Servicios Digitales pueden adherirse al Código de Conducta+ para demostrar su cumplimiento de la obligación de la Ley de Servicios Digitales de mitigar el riesgo de difusión de contenidos ilícitos en sus servicios.
El cumplimiento de los compromisos del Código de Conducta+ formará parte de la auditoría anual independiente a la que están sujetas estas plataformas en virtud de la Ley de Servicios Digitales y que contribuye a reforzar la transparencia y la rendición de cuentas de las plataformas.
Concretamente, los signatarios del Código de Conducta+ se comprometen, entre otras cosas, a:
- Permitir que una red de «reporteros de seguimiento», que son entidades públicas o sin ánimo de lucro con experiencia en la incitación ilegal al odio, supervise periódicamente cómo los firmantes revisan las notificaciones de incitación al odio: Los informadores de seguimiento podrán incluir entidades designadas como «indicadores fiables» en virtud de la Ley de Servicios Digitales.
- Hacer todo lo posible por revisar al menos dos tercios de las notificaciones de incitación al odio recibidas de los informadores de seguimiento en un plazo de 24 horas.
- Comprometerse con compromisos de transparencia bien definidos y específicos en lo que respecta a las medidas para reducir la prevalencia de la incitación al odio en sus servicios, también a través de herramientas de detección automática.
- Participar en una cooperación estructurada de múltiples partes interesadas con expertos y organizaciones de la sociedad civil que puedan señalar las tendencias y desarrollos de la incitación al odio que observan, ayudando a evitar que las olas de incitación al odio se vuelvan virales.
- Aumentar,en cooperación con las organizaciones de la sociedad civil, la sensibilización de los usuarios sobre la incitación ilegal al odio y los procedimientos para señalar contenidos ilícitos en línea.
Como parte de sus respectivas evaluaciones del Código de Conducta+, la Comisión y el Comité Europeo de Servicios Digitales animan a las plataformas firmantes a tener en cuenta varias recomendaciones a la hora de aplicar el Código de Conducta+, entre ellas:
- Proporcionar información, como parte de sus informes, sobre el resultado de las medidas adoptadas, así como datos adicionales relacionados con la incitación al odio en sus plataformas. Esto puede incluir, por ejemplo, el papel de los sistemas de recomendación y el alcance orgánico y algorítmico de los contenidos ilícitos antes de su retirada.
- Presentar datos a nivel nacional desglosados por la clasificación interna de la incitación al odio (por ejemplo, raza, etnia, religión, identidad de género u orientación sexual) y garantizar un seguimiento adecuado de las aportaciones derivadas de la cooperación entre múltiples partes interesadas.
Habrá que seguir de cerca los informes de aplicaciçón y las auditorías. No parece que sea suficiente para combatir los discursos del aodio, especialmente ante el abandono de las políticas de Fract Cheking de en plataformas como Meta.
La educación es la clave
Por su parte, la UNESCO, en colaboración con la Oficina de las Naciones Unidas para la Prevención del Genocidio y la Responsabilidad de Proteger (OSAPG), elaboró hace unos meses una guía destinada a combatir el discurso de odio a través de la educación: Combatir el discurso de odio a través de la educación: una guía para los responsables de la formulación de políticas, que ya se encuentra disponible en español.
La publicación ofrece un marco detallado para que los tomadores de decisiones y docentes fortalezcan los sistemas educativos en la lucha contra el odio, proporcionando estrategias concretas para crear entornos de aprendizaje seguros y respetuosos que fomenten sociedades más inclusivas y libres de odio. Estas estrategias abarcan desde la alfabetización mediática e informacional, hasta la revisión de los planes de estudio o currículos.
En cuanto a la alfabetización mediática e informacional, el documento enfatiza la necesidad de que los estudianets comprendan cómo funcionan los medios y las plataformas digitales. Esto les permitirá detectar tácticas persuasivas utilizadas para difundir teorías conspirativas y de desinformación, desarrollar competencias mediáticas e informativas que reduzcan la susceptibilidad a ideas excluyentes y violentas, poniendo la urgencia en capacitar al personal docente para comprender y reflexionar sobre las experiencias digitales de sus estudiantes.
Sobre la importancia de detectar y contrarrestar el discurso de odio dentro de los planes de estudios o currículos, la guía destaca que el fenómeno no solo se combate en las aulas, sino que requiere de una revisión integral de los materiales pedagógicos, de manera que sea posible sensibilizar a los alumnos sobre las formas contemporáneas de discriminación y violencia.
Combatir el discurso de odio a través de la educación: una guía para los responsables de la formulación de políticas recalca la necesidad de un ambiente escolar seguro, inclusivo y colaborativo que ofrezca al estudiantado un sentido de comunidad que contrarreste el atractivo del odio. Los programas de educación para la ciudadanía mundial y el aprendizaje socioemocional son herramientas clave para aceptar la diversidad y participar respetuosamente en una sociedad plural, entendiendo que es necesario un enfoque integral que involucre no solo a educadores y administradores escolares, sino también a madres, padres, la comunidad educativa en su totalidad y el sector privado.