
En los últimos años, la Unión Europea (UE) ha liderado la regulación y las políticas en sostenibilidad. Sin embargo, el panorama global ha cambiado y la complejidad de los nuevos marcos normativos europeos ha suscitado preocupaciones sobre su impacto en la competitividad.
El Informe Draghi 2024 alertó sobre el riesgo de que regulaciones excesivamente restrictivas limiten el crecimiento económico y la escalabilidad de empresas innovadoras en Europa. En respuesta, surge en enero de 2025 la Brújula de la Competitividad, un plan estratégico diseñado para garantizar un crecimiento sostenible en un contexto global en constante evolución. Su enfoque se articula en torno a tres pilares fundamentales: innovación, descarbonización y seguridad, respaldados por cinco facilitadores clave:
1. Simplificación regulatoria, reduciendo la carga administrativa para las empresas.
2. Un mercado único sin barreras, que impulse la integración económica y la competitividad.
3. Acceso eficiente a financiación, facilitando inversiones en proyectos alineados con la transición ecológica.
4. Talento y empleo de calidad, promoviendo la formación continua y la movilidad laboral.
5. Coordinación estratégica, optimizando la armonización de políticas nacionales y europeas.
Este modelo marca el inicio de una nueva era para la competitividad y la sostenibilidad empresarial en Europa, que pretende que la regulación deje de ser una barrera y se convierta en un motor de crecimiento. Iniciativas como el Primer Paquete de Simplificación Ómnibus, el Plan Industrial Limpio y el Plan de Acción sobre Energía Asequible reflejan este cambio de paradigma.

Un nuevo paradigma para la sostenibilidad empresarial
En un contexto global donde la sostenibilidad ya no es una opción, sino un imperativo estratégico, Europa avanza en la búsqueda de un equilibrio entre regulación y competitividad. El nuevo Paquete Ómnibus de la Comisión Europea representa un punto de inflexión: busca reducir la carga administrativa sin comprometer los ambiciosos objetivos del Pacto Verde Europeo. Pero ¿qué significa esto para las empresas?
El Paquete Ómnibus introduce medidas clave para aliviar la carga de reporte obligatorio y mejorar la armonización regulatoria en sostenibilidad. Entre sus principales ajustes se incluyen:
Reducción del 25 % en la carga administrativa para grandes empresas y del 35 % para pymes, optimizando los requisitos de presentación de información.
Flexibilización del cumplimiento normativo, estableciendo plazos extendidos para la adaptación a los nuevos estándares de la Directiva sobre Información Corporativa en Sostenibilidad (CSRD) y la Directiva sobre Diligencia Debida en Sostenibilidad (CSDDD).
Mayor claridad en la taxonomía de la UE, reduciendo en un 70 % las plantillas de información requeridas y aplicando un umbral de materialidad financiera.
Facilitación del acceso a financiación sostenible, a través de instrumentos como InvestEU.
Impacto en sobre la normativa de sostenibilidad
Directiva sobre Información Corporativa en Sostenibilidad (CSRD): Se eliminan de la obligatoriedad alrededor del 80% de las empresas del alcance de la CSRD, enfocándose inicialmente en aquellas con más de 1.000 empleados y 450 millones de euros de facturación. Se pospone la obligación de reporte hasta 2028, para que las empresas puedan adaptarse, y se reducen exigencias para las pymes en cadenas de valor. Para el resto de las empresas se recomienda seguir las pautas en los informes de sostenibilidad con la simplificación de los parámetros ESRS.
Directiva sobre Diligencia Debida en Sostenibilidad Empresarial (CSDDD): Se amplía el plazo de cumplimiento hasta 2028, se restringen normativas más estrictas a nivel nacional y se elimina la responsabilidad civil de las empresas en la UE.
Taxonomía de la UE: Se limitan las obligaciones de reporte a grandes empresas, reduciendo en un 70% las plantillas de información y estableciendo un umbral de materialidad financiera.
El impacto para las empresas
Si bien la reducción de la carga burocrática es un avance significativo, las empresas deben entender que la sostenibilidad sigue siendo un pilar estratégico ineludible. El nuevo marco normativo ofrece una mayor flexibilidad, pero exige un compromiso claro con la transparencia, la innovación y la eficiencia operativa.
Entre los principales beneficios de adoptar un enfoque proactivo hacia la sostenibilidad destacan:
1. Acceso preferencial a inversión y financiación: Los fondos europeos priorizan proyectos alineados con la transición verde. Las empresas con estrategias ESG claras tienen mayor capacidad de atraer capital.
2. Diferenciación y liderazgo en el mercado: La sostenibilidad ya no es solo una cuestión de cumplimiento, sino una ventaja competitiva y estratégica clave. Empresas con un enfoque sólido en ESG mejoran la toma de decisiones, ganan en reputación, fidelización de clientes y atracción de talento.
3. Gestión eficiente del riesgo: La integración de criterios sostenibles permite anticipar impactos regulatorios, mitigar riesgos en la cadena de suministro y mejorar la resiliencia frente a crisis ambientales y sociales.
4. Preparación ante futuras regulaciones: Aunque la simplificación reduce algunas exigencias a corto plazo, la tendencia es hacia una mayor responsabilidad corporativa en sostenibilidad. Adelantarse a los cambios normativos será clave para evitar costos inesperados.
El Futuro de la Sostenibilidad en Europa
El camino hacia una economía sostenible en Europa no es estático, sino un proceso en constante evolución. El reto actual es encontrar el equilibrio adecuado entre regulación, innovación, sostenibilidad y competitividad.
Las empresas que adopten una visión estratégica de la sostenibilidad no solo cumplirán con las exigencias regulatorias, sino que liderarán la transición hacia un modelo de negocio más resiliente, rentable y alineado con las expectativas del mercado y con los riesgos globales.
Las compañías que comprendan la sostenibilidad como un motor de competitividad—y no solo como un requisito normativo—serán las que lideren el futuro. El informe de sostenibilidad ya no debe verse como una obligación, sino como una herramienta clave para gestionar riesgos, atraer inversión y fortalecer la estrategia empresarial.
Europa está cambiando el rumbo y orientando su brújula de la competitividad. La pregunta es: ¿están las empresas preparadas para liderar el cambio?
María Gálvez del Castillo Luna, oceanógrafa y ambientóloga. CEO de Smart Blue Lab.