En los últimos años, la sostenibilidad ha pasado de ser un tema aspiracional para convertirse en una obligación. Cada vez más, clientes, inversores y reguladores esperan que las compañías demuestren su gestión (y no solamente su compromiso) de los impactos, riesgos y oportunidades asociados a su actividad en temas ambientales, de derechos humanos o las condiciones laborales, entre otros.
